Relación con Japón:
¿Has tenido la oportunidad de visitar Japón o trabajar directamente con artistas japoneses? ¿Cómo ha influido esa experiencia en tu conexión con la técnica de MokuHanga?
Mi relación con Japón viene directamente unida al mokuhanga, quiero decir que antes conocía poquito de Japón y de su cultura. Hoy en día parece raro, porque sólo con ver la cantidad de restaurantes japoneses que hay en mi ciudad y el interés que suscita la cultura japonesa parece mentira que hace 15 años Japón fuese todavía desconocido. He visitado Japón en tres ocasiones, la primera vez fue en el 2016 en una residencia internacional con otros artistas. Fue mi primer contacto y sobre todo me sirvió para darme cuenta de que lo que yo estaba aprendiendo de una manera prácticamente autodidacta era cierto. Puede parecer raro pero hasta ese momento salvo un viaje previo a Reino Unido al estudio de Laura Boswell no había podido hablar ni contrastar mis avances con nadie. En resumen, ese primer viaje me sirvió para ver que lo que yo estaba haciendo lo estaba haciendo bien. A raíz de ese primer viaje también entendí que necesitaba una exploración más profunda y en mi segunda visita a Japón en 2018 fuí a Kioto con dos artistas especialistas en talla y otro en estampación. Fue como una inmersión en lo que es el mundo de los artistas que trabajan casi como en el siglo XVII. El tallista es tallista, el estampador es
estampador, el diseñador es diseñador, el editor es el editor... En ese viaje pude visitar editores y ver cómo funcionaba el mundo de la estampa japonesa. Aprendí mucho sobre lo que es original, porque el concepto de original no es el mismo en oriente que en occidente. Descubrí las ediciones abiertas que hace el mismo autor sin seriar, con lo que esa misma función del arte para la clase media del ukiyo-e sigue vigente hoy en día. Esa relación estrecha entre el artista y el artesano, que pueden ser la misma persona o personas distintas. Y a raíz de mi interés por la xilografía conocí a David Bull, que para quien no lo conozca es un referente en mokuhanga. Tuve la oportunidad de conocerlo en 2018 y me invitó a pasar un tiempo en su galería taller Mokuhankan en 2019. Estuve un mes y ese viaje fue muy especial, todos habían sido importantes, cada uno explorando una faceta diferente, pero ese lo conservo como algo muy muy especial. Poder estar un mes rodeada de estampadores y tallistas, desarrollar una imagen y poder hacer allí una estampa, conocer el funcionamiento desde dentro y, sobre todo, la generosidad de David Bull, cómo comunica su amor por la xilografía es algo que me marcó.
Yo lo había visto por YouTube, claro, pero estar allí en persona fue algo muy especial. Muchas veces pienso que sin ese paso por Mokuhankan no me hubiese atrevido a resolver problemas técnicos con tanta libertad. Cuando trabajo en mokuhanga o intento enseñarlo aquí en España a veces tienes pequeños hándicap con los materiales, te surgen problemas que en Japón no tendrías, y mi paso por Mokuhankan fue para mí un antes y un después. Y a lo mejor ese manual de mokuhanga que está por ahí ya a la venta con un montón de ilustraciones y vídeos no hubiese sido posible si no hubiese estado ese tiempo allí. Curiosamente fue a finales de 2019 cuando regresé a España y unos meses más tarde llegó la pandemia. Y si no se hubiera parado el mundo yo no habría tenido el tiempo suficiente para poder realizar ese manual. De hecho, si no llego a ir en 2019 a Mokuhankan no sé si habría vuelto a tener otra oportunidad de hacerlo.
Desafíos y Logros en MokuHanga:
Trabajar con técnicas tradicionales puede presentar desafíos únicos. ¿Cuáles consideras que han sido tus mayores desafíos y logros en tu práctica artística?
En cuanto a trabajar con técnicas tradicionales tengo que decir que siempre que aparece la palabra “tradicional" me vienen muchas preguntas a la cabeza. ¿Qué es tradicional? El dibujo, la pintura, el óleo... son técnicas muy muy tradicionales, más tradicionales que el grabado, son anteriores al grabado. Pero parece que siempre unimos grabado y tradicionalidad queriendo alejar al grabado de la modernidad. Y yo en ningún momento pienso en que una técnica es tradicional. Para mí es una técnica más, y como técnica es un lenguaje más de expresión. En España hemos perdido muchas tradiciones, nos hemos dejado mucha información por el camino. Se puede ver sobre todo en artistas más jóvenes, cuando imparto cursos veo que la gente joven no conoce los materiales, hablo de acuarela, de gouache, acrílico, goma arábiga, alumbre, cola de conejo y muchas veces me miran con cara un poco rara. En Japón esa tradicionalidad y esa modernidad están unidas, aquí hemos perdido a
muchos artesanos, a mucha gente que sabía utilizar materiales tradicionales, hemos perdido muchas tiendas de pigmentos, ya no encuentras los aglutinantes... Esas ferreterías que antes existían en todas las ciudades, donde podías comprar pigmento para hacerte óleo, pero también pigmento para pintar las paredes. La modernidad nos plantea un gran desafío a día de hoy: encontrar materiales básicos para muchas técnicas fuera de las dos principales capitales del país. Y por otro lado es todavía más difícil encontrar artesanos o especialistas con conocimientos técnicos. Sabemos pintar acuarela pero hay mucha gente que no sabe qué es una acuarela, y ahí creo que hemos perdido mucha información por el camino. Hay una frase que no sé de quién es pero que resume todo esto que acabo de comentar: “no existe modernidad sin una buena tradición”.
De la gráfica japonesa me gusta que hoy en día siguen existiendo editores como UNSODO donde puedes encontrar estampas de carácter más tradicional pero también estampas de carácter más moderno. Otros editores como puede ser Miyakodori o incluso Adachi que se atreven con artistas actuales convirtiendo sus imágenes en estampas. Ese es el “mix” que a mí me gusta, y además técnicamente se están añadiendo nuevas tecnologías a la producción de una estampa. Toda esta mezcolanza que hace que puedas encontrar en una galería especializada estampas del siglo XVII al XXI me interesa mucho y veo que en España la gente se ha quedado sólo con la parte tradicional pero porque no se conoce mucho de la parte más moderna del mokuhanga.
Yo siempre he hecho lo que he querido, nunca he pensado en si es moderno o no es moderno. Me han preguntado muchas veces acerca de esto, el por qué existiendo técnicas más modernas de grabado sigo utilizando una técnica antigua. Y creo que mi mayor desafío ha sido hacer lo que me dé la gana independientemente de si lo que estoy haciendo tiene un origen en el siglo XVII, en el siglo VI o en el siglo XXI. Como artista el mayor desafío es hacer lo que quiero en la técnica que me apetezca y cuando me dé la gana. Parece algo obvio pero estamos muy sujetos a que hay que hacer lo que se lleva. Si haces una cosa determinada te ponen una etiqueta y creo que eso nos quita muchísima libertad. Yo siempre he dicho que trabajo en una liga independiente. Que tiene su precio, si no es moda no llegas a tanta gente, pero a la hora de la verdad me importa poco.
Hubo un momento de mi vida en el que descubrí que lo que hacía le gustaba a una parte del público. Siempre he pintado, independientemente de que mi especialidad fuese escultura, y participaba en exposiciones colectivas. Cuando empecé buscaba qué era lo que quería hacer con la pintura. No consideraba el arte como ahora pinto un árbol, ahora pinto una casa. Buscaba encontrar qué contar. Y estaba en esa exploración cuando en una exposición vendí unos cuantos cuadros. Eran óleos, además había uno que me gustaba, le había puesto un precio muy alto y pensaba que no lo iba a vender. Era un cuadro de un rincón de mi casa, un sillón y una lámpara, pero para mí representaba mi casa del pueblo, la casa de mi madre. Representaba ese acogimiento en casa en un momento en el que yo estaba explorando el mundo, en el que no tenía un sitio donde quedarme, no tenía nada mío y ese rinconcito era lo poco que quedaba mío en esa casa. Y de repente lo
puse ahí, alguien vino y lo compró porque dijo que ese cuadro era como el rincón más preciado de su casa. Y entonces empecé a entender que habrá mucha gente a la que no le guste lo que hago, habrá mucha gente que no se sienta identificada, pero afortunadamente habrá otra gente que se sentirá identificada. Nunca he buscado en mis imágenes o en mi trayectoria gustar o hacer algo que se lleve en ese momento. Esa es un poco mi filosofía de vida, yo hago cosas y me doy cuenta que cuando lo que hago es algo personal llega a la gente, así que desde ese momento decidí contar las historias de Fabiola.
Acerca de los desafíos y logros en el mokuhanga el primer desafío fue ponerme a hacer mokuhanga cuando nadie a mi alrededor sabía qué era. Buscar información. Hoy en día estamos acostumbrados a buscar una palabra en Google y encontrarlo todo acerca de esa sustancia o de esa cosa. Pero hace quince años Internet no era lo que es ahora ni tenías cómo contrastar lo que encontrabas. Dudaba de todo y esa parte me costó, mi primer desafío fue encontrar información. Por eso para mí cobra tanto sentido a día de hoy contar todo lo que he aprendido acerca del mokuhanga. Ese manual, las clases, los cursos, las charlas, personalmente han sido un desafío como artista explorando una técnica nueva que no dominaba nada y en la que empecé de cero. También digo que ha sido muy enriquecedor, porque no sabía absolutamente nada cuando empecé y el camino ha sido arduo pero muy interesante. Y creo que mi mayor logro en el mokuhanga ha sido conseguir saber de qué iba, hacer mis estampas y aprender cada día más. Poder hacer cosas con esta técnica ha sido mi pequeño logro, porque al principio yo lo veía casi inviable. Primero porque me daba cuenta de que para aprender me tocaba ir a Japón y era algo que se me presentaba muy lejano y muy difícil. Por eso a día de hoy ver que puedo seguir trabajando en esta técnica, tener un espacio físico donde trabajo y donde vienen diez personas todas las semanas a hacer sus trabajos en mokuhanga y otras tantas más que están vinculadas de una manera u otra a mi estudio me parece un logro inimaginable. Si hace diez años me lo hubiesen dicho me habría parecido imposible en Zaragoza. Y sigue siendo un logro poder trabajar, porque este mundo es muy difícil, cualquier pequeño paso es un gran paso y un gran esfuerzo. Justo estoy respondiendo a la entrevista recién llegada del Festival Internacional Grabado y Arte sobre papel FIG Bilbao en la que he participado cinco años como estudio. Y para un estudio pequeño como el mío, dedicado a algo tan específico es un esfuerzo muy grande. Y como propósito o objetivo que tengo es que esa gente que pasa por el estudio y empieza a tener obra comience a dar a conocer su trabajo. Quiero que toda esa gente pase de venir sólo al estudio a ver qué es esto del mokuhanga a tener una trayectoria.
Impacto Cultural:
¿Cómo percibes el impacto cultural de la obra gráfica en la escena artística contemporánea y cómo contribuye esta técnica a la diversidad artística?
El impacto de la obra gráfica en el mundo del arte va por buen camino. Quieras o no el grabado es más asequible con lo que llegas a más gente y hoy en día hay mucha
gente que compra obra y tiene su pequeña colección. Pero gente sin un pensamiento de hacer una colección para un museo o para una institución sino como algo de desarrollo y disfrute personal. A mí siempre me ha interesado el grabado y sé que ha habido momentos concretos en los que al grabado se le ha considerado un arte menor por el hecho de ser obra múltiple. Pero yo siempre he considerado que el hecho de que sea una obra múltiple le añade valor, porque puede llegar a más gente, a un público más diverso. Y para mí eso tiene más valor. Quizás sea una cuestión de filosofía de vida. Creo que a día de hoy hemos entendido que el hecho de que un grabado sea una obra múltiple no le quita valor porque cada una de esas estampas se consideran originales. No tienen por qué tener menor valor artístico.
Podríamos considerar el mokuhanga como una técnica más, un modo de expresión más, y lo tenemos que tomar así. El mokuhanga todavía es desconocido pero creo que nos puede aportar lo que me aportó a mí: libertad. Porque puedes empezar a desarrollar esta técnica con pocos recursos, con pocos materiales, pero conforme vas aprendiendo ves que puedes desarrollar trabajos muy diversos.
Difusión de MokuHanga:
¿Qué medidas crees que podrían tomarse para difundir más la técnica de MokuHanga y aumentar su aprecio en la comunidad artística?
Hay mucho interés, Japón se está acercando mucho más a Occidente, estamos conociendo muchos más artistas que vienen de allí y que trabajan esta técnica y estamos en ese proceso de exploración. Pero medidas como tales no sabría decirte, por lo que me encuentro cuando voy a dar una charla o una conferencia veo mucho interés de los artistas en esta técnica, precisamente porque sigue siendo desconocida. Creo que aquí por ejemplo en Zaragoza podríamos decir que se toman muchas medidas porque el Museo de Zaragoza tiene unos fondos de arte japonés y arte oriental impresionantes y se hacen muchas exposiciones alrededor. Y veo que en otros museos con fondos como el Museo de Bellas Artes de Bilbao también nos lo dan a conocer. Va un poco en paralelo el interés que se tiene de esta técnica con lo que se está haciendo. Se están empezando a desempolvar los archivos y sacar esas estampas que estaban guardadas. Las generaciones más jóvenes que yo, que se han criado con el manga, con el anime demandan conocimiento. Es una técnica que está empezando en España, hace unos años con suerte encontrabas un baren de iniciación en una tienda de materiales y ahora los encuentras en muchas. Es bonito ver como cada vez hay más gente que ha aprendido la técnica y que hace obra. Hay muchas publicaciones a día de hoy, la colección de la Universidad de Zaragoza en la que está mi manual es un ejemplo, pero en España puedes encontrar editoriales cuyos libros nos acercan a ese mundo de Japón y del ukiyo-e y de una manera indirecta a la estampa japonesa.
Futuros Proyectos:
Mirando hacia el futuro, ¿hay proyectos específicos relacionados con MokuHanga que te entusiasmen o áreas que te gustaría explorar más en tu arte?
Tengo proyectos que se quedaron guardados cuando llegó la pandemia y decidí centrarme en el manual, que ahora que ha pasado a una editorial es como si se hubiera hecho mayor y se ha independizado. Puedo centrar la vista en algunas cosillas muy interesantes que se habían quedado por ahí. Continuo aprendiendo técnicas nuevas y me gustaría ponerlas a prueba. Han sido unos años de trabajo muy intenso con el manual y ahora me gustaría tener tiempo para experimentar. El objetivo del estudio es que los artistas que vienen a trabajar puedan dar a conocer su trabajo, porque poco a poco van haciendo cosas interesantes.
La verdad es que nunca he podido hacer previsiones a largo plazo, todo en la vida del estudio y también en mi vida relacionada con el mokuhanga ha sido casi producto de momentos concretos. Pasaban cosas y surgían oportunidades. Así que espero ese futuro con esa ilusión de poder seguir haciendo cosas interesantes, sin muchos planes pero con muchos planes.
Y por otro lado, como vengo de la escultura, que no sé muy bien si por eso me gusta más tallar que estampar, ahora estoy explorando cómo mezclar mokuhanga con otras técnicas artísticas como la escultura o la pintura. Estoy intentando llevarme el mokuhanga a un terreno todavía más personal. Puede ser que se quede simplemente en una exploración o puede ser que salgan cosas interesantes. Mi objetivo nunca es el resultado, sino el proceso. La verdad es que estoy disfrutando con las ideas que tengo en la cabeza, no sé si saldrá alguna o si valdrá la pena mostrarlas pero ahí estamos. A mí me vale con el proceso.
Para aquellos que se sientan inspirados por tu trabajo y estén interesados en Moku Hanga, ¿qué consejo les darías mientras comienzan su propio viaje en esta técnica?
Bueno, como consejo pueden empezar comprándose el manual, está hecho con mucho cariño, tiene imágenes, ilustraciones, muchos vídeos, bibliografía, proveedores, se ha procurado dar a conocer esta técnica de una manera muy didáctica. Para el que lo tiene, pues que lo use, que consiga encontrar un huequecito de tiempo para aprender esta técnica. Verán que engancha mucho el contacto con los materiales, estampar con pocos recursos, el manejo del baren, el papel washi, el sistema de registros... hay muchas cosas que aprender y aunque al final no terminen haciendo mokuhanga les pueden servir para otras técnicas.
Agradecemos tu tiempo, Fabiola. Estamos emocionados de aprender más sobre tu conexión con MokuHanga y su influencia en tu arte. ¡Gracias por compartir tú perspectiva con nosotros!
Pues ha sido un placer poder hacer esta entrevista. Gracias por la oportunidad de hablar. Muchas veces los artistas nos quejamos de incomprensión y creo que es muy importante que hablemos de nuestro trabajo si queremos que la gente aprecie lo que hacemos.Tenemos que quitarnos un poquito la vergüenza o lo que sea y hablar. Antes se decía que un trabajo era interesante si no se entendía, yo no
pienso así. A menudo nos quejamos de que el arte no forma parte del día a día, no lo vemos en las noticias, en los periódicos vemos muy poco y las noticias son anecdóticas. Creo que los artistas tienen que hacer un trabajo de introspección y contar cómo se hacen las cosas, cómo las crean, cómo funcionan sus cabezas. A veces no es fácil que te pregunten o las preguntas son mundanas, por eso es muy importante que existan espacios como este en los que se nos pueda escuchar.